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Mostrando entradas de agosto, 2023

Espeluznante -noveno acto-

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 Intentaba hacer memoria condensando puñado y tres cuartos de recuerdos apelotonados en su cabeza. Trataba de recordar el cómo y el porqué de tan precaria situación mas su sesera permanecía cerrada como una ostra. Tal vez fuese así para evitar daños mayores porque ocasionalmente el olvido es la verdadera medicina. Podría decirse que es como un telar tupido, grueso y pesado estirado hasta dar de sí, separando entre sus hebras nuestra cordura de nuestras pesadillas.  Tampoco recordaba cómo había llegado hasta allí. Objetivamente desde el día antes no recordaba nada. Confundida y asustada su pronta biografía, escrita de su puño y letra, hablaba de cierta señorita y sus peculiares circunstancias personales. De ninguna manera podía tratarse de ella y muy a pesar de los pesares así era…  Encuclillada en aquel destartalado bote miraba la vía de agua ubicada en popa. ¿Cómo narices había llegado hasta allí? Lo único claro dado lo evidente de la cuestión era que a su alrededor todo era océan

Espeluznante -décimo acto-

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Por veces la morriña me arrulla como agua que fluye por los manantiales de mi niñez. Qué lejos queda pero que cerca sus reminiscencias de tiempos convulsos. No sé si soy parte de algo más grande que yo mismo o por el contrario he tomado la mano del salvajismo más ancestral que, al igual que lo otro, también forma parte de mí. Medito mucho sobre ello y lo hago con una pizca de amargor y una pizca de excitación.  Ante el espejo contemplo ese rostro fatigado y familiar. Le echo más años de los que seguramente tenga. Me enseña la cara, golpeada sin compasión por los puños de la mala vida. Tanto así que pueda llegar (o ya lo ha hecho) ese momento donde mi adicción a la sangre ha nublado completamente cualquier raciocino.  Soy y yo mismo lo reconozco un demonio, pero no de esos mentados en las escrituras o exorcizados por señores con alzacuellos que terminan saliendo por la ventana. No, no, un demonio hombre gustando de vestir con traje y corbata. Metódico, destructor y asesino;  hombre

Espeluznante -undécimo acto-

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  Dos esqueletos van a paso ligero por la calle, cuesta abajo, y uno se siente tan bien cuando camina cuesta abajo... Sus huesos emiten peculiares sonidos que taladran las meninges de quienes con ellos se cruzan. Dos conocidos desprovistos de chicha marchan diligentes y resolutivos, dejando tras de sí estupor e incredulidad además de la firme convicción de que, indudablemente, aquello no es más que una broma de trasnochados.  A mediados de verano el día muere lentamente entre los picos del horizonte, dejando paso a la noche impaciente. Los huesudos como llevados por un cometido inexcusable se acercan a la pesada tapa de alcantarilla, ésta se ubica entre las calles Serrano y Zamora. Seguidamente y sin importarles el revuelo generado proceden a retirarla, corriéndola a un lado. El patoso al cargo, doblado por el esfuerzo, no se percata de que ha pillado el pie al otro. Éste, a modo de reprimenda, le propina tal coscorrón que a punto está de descoyuntarle el cráneo.  Descienden cuan hábil

Exoneración solapada

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¿Exoneración solapada? No lo creo así ¿o será? Mas ¿cómo interpretarlo si dos dedos de frente se han despegado de la piel? ¿Frivolidad? ¿Prepotencia? ¡Qué se vuelquen las montañas, clavando sus afiladas cimas en la tierra yerma!  Liviandad heráldica de escudos rotos y ecos del ayer titilando, exhibiendo cuanto vemos ante nuestros ojos. ¿Será a la trasgresión lo que la flecha a la diana? Vaya usted a saber y aún sabiéndolo nada sabrá. Incandescentes fuegos fatuos y pamplinas palpablemente mal intencionadas. ¡Sépalo usted! Algo más debe haber ¿o será tan profunda la grieta del abismo que cualquier conocimiento se evapora? Séalo.  Interiorizamos emociones contrapuestas en orden y porqués. Pálpitos súbitos que desde la tripa asoman hasta las pupilas implorantes, éstas rehúsan ser juez y parte.  Personas con pantalones de dos perneras y vidas a raya planchada, sin vapor. Vidas expuestas en tablones públicos, maniatadas por temer aquello postergado que ansia presentarse de improviso. Hombres

Amor... y eso otro 2.0

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  Me llamo Manolo y soy cornudo tecnológico. Así, tal cual suena. ¡Qué lejos ha quedado la revolución industrial! Estoy casado con María Dolores desde que ambos contábamos veintiséis años. Hasta aquí todo más o menos bien. Al menos hasta que por su cuarenta cumpleaños un par de trasnochados mensajeros aparecieron por casa con un androide tallado por hábiles manos de artesanos salidos de la Grecia clásica. A pagar en cómodos plazos. El androide en cuestión es de sexo masculino. Músculos perfectamente torneados y multitarea; lo mismo limpia bajo la cama que “limpia” los bajos de mi señora.  Una meseta sentimental claramente marcada, aburrimiento plausible y monotonía en progresión geométrica. Eso vociferaba mi mujer desde la cocina, sobre todo cuando me sentaba a ver el fútbol. Ella necesitaba reinventarse, llenar de alicientes su vida vacía mientras yo me llenaba de cerveza. Así que un aciago día, tras hablar con sus amigas, decidiera hacerse con los “pintorescos” servicios del populoso

Cuentos al calor de la chimenea

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  Tres lombrices aventureras Eran tres lombrices de cuerpos alargados y frescos. Tres incansables trabajadoras bajo tierra húmeda y oscura. Se hacían llamar Tocha, Mocha y Cocha. Aireaban la tierra como pocas además de producir abono excelente para los cultivos.  Por el día afanaban incansables mientras que al caer la noche contaban cuentos de lejanos mundos ubicados en la superficie. Tocha era la mayor y más aguerrida; Mocha la joven e insensata y Cocha la de en medio, juiciosa al tiempo que aventurera en su justa medida…  Aquellos cuentos a la caída del sol ya no les henchían el espíritu. Sus ansias de experimentar cosas nuevas les exigían tomar al asalto lo desconocido. Cavar un túnel tan largo como un día sin pan para acceder al universo exterior ¡qué conmoción! Nunca tal cosa habían hecho sin embargo ¿por qué no? Allá arriba las cosas tenían que ser muy diferentes. Para empezar más luminosidad, sonidos a raudales, aire limpio, colores interminables…resumiendo más de todo. Nada, la