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Mostrando entradas de marzo, 2024

OníriKa -Madrugada del domingo-

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  Se acerca la decadencia en estas últimas horas de la madrugada. Santa fe del que negó hasta en tres ocasiones ser aquél, en busca y captura. Giran los sueños cismáticos en largas horas de vigía, deteniéndose a pies del alba temblorosa. Albor de tiempos dejados en casetas de obras y delimitados entre cuatro paredes de contrachapado. Amantes andantes sin demasiados atributos amatorios, más aburridos que un desfile de cojos…   Ahí afuera hace una rasca que mata. La siento en mis huesos rotos, ruptura maestra sin necesidad de escayola. Frío tan caliente que quema como tizones candentes. Me abrigo cuan personaje victoriano para pasar esta calurosa empero fría noche de domingo…   Toda la semana se ha ido sin gracia alguna para este ensoñador que perfectamente podría ser cada uno de vosotros. Me ha sacado de mis casillas entre realidades y ficciones, creando modos alternativos para ir sin necesidad de acudir.   No camino a llanto vivo ni lloro por ser infeliz pues mi dicha trasciende,

OníriKa -Madrugada del sábado-

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  Ya viene cargada de fantasías esta noche primordialmente importunada. En la madrugada se perfila el triunfo de un solo concepto, manoseado, cautivo de mil pares de bocas demagogas. Sin paños calientes ni aceite hirviendo para las heridas de después...   Primera ensoñación: cómo hacer escaleras de piedra para templos hinduistas. Segunda ensoñación: cinco pasos de madera para subir al cadalso. Hay quienes dicen ser guías replicantes; ciegos insomnes que otean el inmenso horizonte en pro de sus propias conjeturas.   Se autoproclaman patricios ensoñadores o por decirlo de manera más literal ¡amos del universo onírico! Sea o deje de serlo ha caído a plomo la noche, llevando de la mano a su querida madrugada. Serviles, pretenciosas, egos elevados y palabras pueriles clavetean los ángulos del marco que deberá engalanarla…   Cualquier cosa es cosa de cualquiera ¿verdad o mentira? Individuos considerados juiciosos y que reos de sus pesadillas terminan soldados a placas de metal, impelid

OníriKa -Madrugada del viernes-

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  Anochecer es anochecer y no hay más acertijo ni enigma al respecto. Debo reconocer en honor a la verdad que le tengo cierta desazón a estos cultos ensoñadores que parecen continuar su singladura sin importarles nada más. Quizás la madrugada, en el trasfondo, sea una colosal máquina generadora de delirios, por más sosegados que parezcan los sueños y la tripulación de a bordo…  Sé interpretar cada señal que como látigo sobre la bestia llegan a mí de formas estólidas. Sé escuchar abatimientos análogos y proyecciones noctámbulas abandonadas, en cualquier caso, cuan correos postales sobre ventanas en voladizo…  Al igual que el churrero produce churros con sus manos de cera y aceite rehogado esta noche, con el alma en un hilo, desentraña complejas estructuras del sueño.  Mirad a esos amantes del día sonriendo como genuinos idiotas. Es evidente que no tienen ni remota idea de cuándo arranca la madrugada. Lucen rostros de siempre pegados encima de sus caras verdaderas. Lo sabe la brizn

OníriKa -Madrugada del jueves-

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  Un puente colapsado en esta madrugada desarrapada. Pongo por testigo a este asfalto resquebrajado, a los cables de acero partidos y a los tantos pilares cedidos. Por doquier vitorean cánticos celestiales, poseídos en su mayoría por demonios aprensivos y un averno despoblado. El ángel blanco vestido de negro observa de soslayo, moviéndose de acá para allá hasta finalmente desaparecer entre los cascotes…   Automóviles de colores, marcas y tamaños no pueden comprender semejante escena apocalíptica. Con sus motores en marcha rugen como fieros leones buscando salir de allí. No obstante es tarde para cortar la mecha y más tarde aún para ponerse a salvo. Giran las ruedas a lo loco, sin hallar tracción. Sus ocupantes enaltecen; hurra por la destrucción y hurra por la purga del alado…    A ratos se desdibuja cualquier señal de catástrofe. Allí únicamente rocas apiladas de tamaños alterables y formas dispares. Pedruscos arrastrados por la corriente del río que fluye de día para evaporarse

OníriKa -Madrugada del miércoles-

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  En la escurana de una contraposición se iluminan sombras pavorosas de frágiles llamaradas lánguidas. Le hablo a la botella, pidiéndole consejo. Con hilo dental la descorcho antes y después   de que ésta muestre adónde he de ir; qué vacilaciones desatender y por dónde caminar con aquellos que en pena cargan su propia existencia.   Un niño viene braceando sobre el polvo y los guijarros del camino; a contracorriente. Viene hacia mí empero la tierra lo arrastra en dirección contraria ¿qué me querrá?...   Oscuridad rara vez calmosa; sordidez por lo regular arropada bajo las alas del ave fénix. Devenir y lapsos pasajeros pernotan colgados del cuello de un calcetín. De trompetas va el juego y ¿a quién no le apetece juguetear? Los puedes ver; un insecto palo y la hebilla de un cinturón haciéndolas sonar. Enraizadas encima de la ciudad cada nota se llena de polución. ¡Hasta mañana apreciado soñador!...     Aquel claro en el bosque no dilapida su ventaja numeral ni tampoco sus huecos amo

OníriKa -Madrugada del martes-

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  Ha anochecido lánguidamente y con la penumbra a sus pies prorrumpe el sol, ensanchándose como cada noche. Sin percatarme me he quedado sin tiempo para robarle la próxima hora ¡qué idiota! Moverme entre sofismos ya no me solivianta porque presto a la profundidad de campo toda visión binocular tiende a desenfocarse.  Confuso acudo al huerto del hortelano pues aquellas pupilas de muñeco trapero con otra marioneta me han visto. Impreciso pero sin preocupaciones arrastro en bastos. Tengo tanto sueño, silente y pausado, que se me retuerce el alma. Zarzamoras de gominolas y tojos de azúcar endulzarán esta implacable tenebrosidad...  En cierto modo no sé que hago aquí o no sé que se supone deba hacer. Ladrón, no te quites la corbata ni reniegues de tu condición y tú, golondrina con gabardina a rayas y botines de claqué, aguarda por la primavera invernal...    Las llamas se alzan pavorosas, adoptando forma de gárgolas desnutridas sin tiempo a devorar sus propias fantasías. Los leños tue

OníriKa -Madrugada del lunes-

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Si buscase hacerlo adrede a buen seguro no me saldría así de bien. Cada pensamiento y cada amago del mismo parecen revolcarse en pozas hechas de minutos y horas. Se abate la madrugada en la calle; el sol peinado con raya al medio aprieta duro en esta noche de lobos. Oculto entre cerrazones y crepúsculos no se deja ver pues no le toca mas yo puedo observarlo con este par de ojos velados tras dos cristales de bohemia.    Paseo por la acera encerada con humanidad ausente como cada noche. La mitad de mi cuerpo por debajo de la susodicha y la otra mitad sobre ella. Por consiguiente oteo a media altura no obstante tal despropósito no me afecta pues soy el ayudante del mago venido a menos. Me ha cortado en dos, usando para ello el plastinudo del pan de molde.  Relumbrón repentino nebuloso, neblina repentina y brevísima que desde que se ha ido ha dejado de marcharse. Desde ella emerge una cama desplazada por nubes de tormenta. Circula por la carretera desprendiendo corchetes y onomatopeyas sin

Cuentos al calor de la chimenea

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El camello feo Déjame que te narre el cuento del camello feo. Porque así se veía vivía sus días triste y cabizbajo. Miraba su reflejo en la superficie del agua del oasis e impotente le propinaba coces como una mula para que los pequeños círculos concéntricos distorsionaran su imagen cargada de fealdad.  No se gustaba contrahecho. Su desgracia era culpa de la evolución porque no tuviera a bien encauzar a los de su especie por el camino de la guapura. Y cuando el agua no se revolvía por las coces ¿qué veía? Dos jorobas a modo de guasa y restos de la última muda de lana colgándole por aquí y allá; desgastados dientes de rumiante, patas larguiruchas y finas como alambres. Sin paños calientes, se veía un adefesio completo.  A lo largo de su vida de cuadrúpedo habíase cruzado con otras especies que como él agonizaban en su pena ya que al igual que él se veían bien feotes. Eran casos como el perezoso, el topo, el mono narigudo, el pez borrón, los tarsios (primates) y un sinfín de compendios a