EstaZional

I Aquella mañana, que por el este despierta, lo hizo como todas las demás; parlanchina y ligeramente melancólica. Al menos me lo quiso parecer. Afirmo que juego al despiste y esto es así porque corren tiempos espinosos para colocarse en el pescuezo de otro. Tiempos revueltos donde disfrutar armoniosamente en soledad no resulta fácil. Y es que aquella mañana de diciembre se daba para eso. Altanera y bravucona como ella sola. Me clavó una daga por la espalda, sin ni siquiera yo sospecharlo. Buscaba cubrir mi garganta del frío y no mi espinazo del acero… ¡Traidora! Busqué moneda de cambio entre millones de monedas, sin encontrar más que horas baldías, voluntades fatales e inquietantes ecos de un ayer latente… Mañana de diciembre en la alcoba de los sueños perdibles. Adormilado, entre cobijas de lino y atrapasueños que no capturan madrugadas en ciernes. Sonriente en el poniente y desconsolado al alba. Tiempo, locuaz, mordaz en sí mismo, un bulo tirando de otros mayores. Es diciembre ...