Un difunto muy vivo
-¡Menuda familia! ¡Bajo estas condiciones me niego a morir! –Espetó furioso y alterado el duque de Costrosa. No sin esfuerzo abandonó el féretro, escudriñando a los allí presentes con ojos inyectados en sangre. Éstos, estupefactos, parecían haberse quedado petrificados del susto. La duquesita se había desmayado al ver entre los vivos a su padre. El resto de presentes que mantenían el tipo se miraron entre ellos, intentando asimilar el milagro obrado en aquel velatorio. -¡Oídme bien! –repuso con voz grave. ¡Me niego! -Sentenció fuera de sí. -¡Me niego! Pero volvamos atrás en el tiempo para poder comprender los pormenores de tan inaudita resurrección lazariana. El duque a pesar de sus muchos defectos tenía fama de cabal, dando fe de una agudeza mental destacable, sobre todo para los negocios. La misma se vería puesta a prueba cuando quienes estaban más cerca de él le fallaron de vil modo y peores maneras. Todo arrancó una noche de julio cuando el...