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Mostrando entradas de junio, 2024

Cuentos al calor de la chimenea

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El tren y la roca       —En esta clase tenemos a los niños más listos de la ciudad. Esto es motivo de orgullo y satisfacción tanto para mí como para el resto del profesorado. De hecho, señor director, para que usted mismo lo vea he preparado un pequeño dilema. Será testigo de primera mano del ingenio que poseen estas pequeñas cabezas pensantes. A buen seguro resolverán el problema en lo que canta un gallo. Dentro de quince días tenemos el concurso regional de jóvenes talentos. El colegio vencedor obtendrá nada más y nada menos que tres mil euros para material escolar. ¡Imagíneselo! Tres mil euros…      —A ver niños, saludad a nuestro apreciado director, don Séneca.      —¡Buenos días don Séneca! —Dicen todos como siendo una única voz.      —Buenos días chavales —responde éste sin inmutar la seriedad de su rostro. La maestra, de nombre Julieta, retoma el hilo…      —Bien chicos, sin más preámbulos os voy a exponer...

Espeluznante -decimosexto acto-

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Nos gusta reunirnos en torno a una fogata para contarnos cuentos de miedo. Cada quién narra el suyo para ver cual asusta más; para ello no sólo se pone énfasis en lo que dice sino también en cómo se dice. En silencio permanecemos nerviosos pero atentos al devenir de la narrativa. Angustiados pero necesariamente ávidos de cuentos robadores de sueños.  Cuando me toca a mí sinceramente no tengo nada que supere a cuantos me han precedido. Sin embargo recordé que en una de las visitas a mi abuela ésta me había compartido una asombrosa leyenda conocida como la Anciana del Saco. Mis amigos abren las orejas mientras dos de ellos echan leños a la fogata… Vamos allá.             Cada noche por los caminos de Argüelles de Aranda, nuestro pueblo, al cerrarse el cielo y dejar oculta la luna hace acto de presencia la Anciana. Una enjuta mujer de largo cabello canoso vestida íntegramente de negro. Parece arrastrar un hondo penar, un dolor tan...

Espeluznante -decimoquinto acto-

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  Cierra los ojos, tómate tu tiempo. Libera tu mente; un, dos, tres… ¿Qué imágenes acuden a ti?             —Luz, un rayo cruzando veloz el cielo y lluvia fina. Una anciana cargando sobre su cabeza un bulto de trapos. Dos ciervos y dos zorros vigilándose mutuamente…             —¿Por qué le temes a las arañas?             —Porque tienen muchas patas y muchos ojos y me miran mal con todos ellos.             —¿Por qué te miran mal?             —Porque soy el muñeco de nieve que sobrevivió al verano.             —Entiendo. Dime ¿ves dónde golpea el rayo?             —Sí, alcanza a la anciana. No sé como lo ...

Cuentos al calor de la chimenea

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  Las tres amigas Eran tres amigas como tres soles podría haber en el firmamento si uno tuviese la suficiente imaginación. Eran tres libélulas inseparables, orgullosas de su belleza desprendida en cada aleteo. Cuando volaba la una volaban las tres y cuando se detenía una se detenían las tres. ¿Sus nombres? Toñita, Encarnita y Luisita. Tres pies para un banco, tres compañeras devotas y tres formas de entender la vida. Eran coquetas pues pasaban el día acicalándose las patitas, acondicionando con cremas sus frágiles alas y por supuesto peinándose con la raya al medio. Cierto que resultaba prácticamente imposible distinguirlas así pues los animalillos del campo y del bosque habían optado por llamarlas «las tres amigas», sin más.             No importaba si se trataba de ésta, aquélla o la otra ¡trivialidades! Daba genio verlas dispuestas al lucimiento con sus ojitos compuestos de otros ojitos más pequeños. Los tirabuzones en el ai...

La ciudad de la melancolía

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Ha cambiado mucho esta ciudad cercana pero distante. Apenas logro reconocerla entre tanto hormigón, escaparates y personas apresuradas. Alzo la mirada y trato de recordar qué había antes allí; antes de que emergiera el edificio que ahora se asienta sobre los cimientos del pasado. Del ayer tierra mojada y olor a hierba segada; carreras de perros y de niños pegados a una pelota. Del ayer entusiasmo neto contemplar la ría y a sus moradores oteando desde la distancia ¿por qué no? A las gaviotas sobrevolando los barcos que entran al puerto. ¿Dónde y en qué punto se ha perdido el eslabón del ayer? Me es imposible distinguir lo hecho de lo que no ha sido bien hecho. Cualquier monumento levantado en honor a la modernidad o al bienestar, mal entendidos en cualquier caso, deberían hacernos pensar…             Carreteras por aquí y por allá, locura en estas épocas modernas que nos ha tocado vivir. Un enorme río interminable de carrocerías en l...

El río de la melancolía

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  Corre paralelo a la villa que lleva su nombre, colonizada la contorna por toda clase de árboles, especialmente sauces y alisos. Éstos acunados constantemente por la suave brisa ponderante regalan minúsculos destellos lumínicos filtrados entre las hojas. Los junquillos y las incontables trepadoras crean un vergel tan caprichosamente colorista que uno creería estar en el Edén. El rumor de sus aguas al alcanzar la cañada agasaja al espectador virtuoso de emociones de otro mundo. Paseantes de dos y cuatro patas fluyen por las orillas con zapatillas de deporte los primeros y uñas sin manicura los segundos. Las señoras más doñas pasean al abrigo de sombrillas de sol y abanicos en mano, contándole a sus amigas las últimas tendencias en ropa parisina. Un perro con un palo en la boca mira de reojo a su dueño que no semeja estar muy dispuesto al juego. Un niño llora al haber sido empujado por otro; un señor pequeño y barrigón obsequia a su esposa con un helado de lima, una pareja a caballo...

El Cusuño

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Cuando la persona se queda dormida cerca de valles tenebrosos y cañadas sombrías. Cuando el almuerzo aún tintinea sobre la mesa o cuando se va alargando la madrugada llega el momento del temible «Cusuño». Nosotros éramos los emperadores del mal y de la malignidad. Aquellos que asustábamos sin compasión y los que creábamos caos a partir de mitos y leyendas terroríficas. Éramos criaturas de la noche así como del día; guardianes del pecado, de la amargura y de la muerte. Seres creados con el único propósito de espantar a los vivos, haciendo de sus vidas un infierno insoportable y de sus consternaciones nuestro mayor deleite. Sin embargo algo que no comprendemos del todo ha virado las tornas. Hay un nuevo personaje espantoso entre mundos y dimensiones. Al revelarse su presencia temblamos con aprensión. ¡Somos lo que gritamos! ¡Nosotros! Aquellos que provocábamos el pánico ahora existimos compungidos por estremecimientos incontrolables. Seguramente los mismos que provocamos en los mortales ...

Mi tejo y yo

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Atrás quedan los viejos tiempos sin poder más que contemplarlos desde la estación del ferrocarril y desde sus vías del ayer. Larga es la calzada del tiempo mas se termina antes o después indiferentemente a nuestros aciertos y equivocaciones. Cuesta encajar la frustración máxime cuando debemos escalar su cuello de jirafa. Sea pináculo cotidiano alzado de vitalidad, lucha y empuje. Por veces triquiñuelas de pícaro que conducen a propios y extraños a desvestir un santo para vestir a otro.             Ahora desde la desbocada añada desflorada tantas veces las disposiciones se contemplan borrosas con ojos y miradas propias que para otros quisiéramos. A pesar de conservar parte de los recuerdos sé que he perdido inexorablemente mi principal virtud: la juventud. El anciano tejo rechoncho y retorcido sigue enmarañado a la verja. Lo recuerdo así desde antes de hacerme hombre de provecho. Pero en la actualidad adolece de espíritu joven pues e...