¡Oh, trabajo mi trabajo!
El cine y el mundo laboral tienen mucho en
común ¿No me creen? Pues les invito a acompañarme por este breve a la par que
intenso viaje. Ya después podrán sacar sus propias conclusiones.
Pongamos
como punto de partida la afamada película “Alíen”. Y ahora vayamos por partes,
como diría el destripador de Londres. Un bicho más feo que pegarle a una madre,
parco en palabras y con halitosis. Vamos que no tuvo demasiadas oportunidades
para demostrar su profesionalidad. Mas aquí comienza lo bueno, la historia del babas
de marras que jamás les han contado. Sin embargo para eso estoy yo aquí ¡para contársela!
Realmente este ser de otro mundo había comenzado su actividad profesional como
becario en una morgue. Si lo piensan con detenimiento no es tan raro, ahora
bien, hablar lo que se dice hablar más bien poco o nada. Eso por no mencionar
su mal genio y la bata blanca que, al cuerpo que tenía, no le sentaba bien. Ciertamente
no duró mucho en su puesto porque allí los estómagos de los difuntos no podían
incubar los huevos de los centollos, así que surcando planetas perdidos de la
mano de Dios terminó colándose, de pura casualidad, en una carguera espacial.
Con
no pocas penurias el infeliz por fin pudo firmar su primer contrato pero
señores y señoras se las tuvo que ver con un peso pesado del departamento de
recursos humanos. Nada más y nada menos que una camionera machorra de armas
tomar. Al poco tiempo ésta, harta de sus vomitonas corrosivas y cuescos
nucleares decidió, unilateralmente, romper el vínculo contractual. Luego no
tuvo mejor idea que hacer saltar por los aires la Nostromo para no dejar pruebas
de aquel despido improcedente. La cosa no salió como debiera… ¡Alto! Retrocedamos
antes del mega petardazo final…
-¡¡Apártate!!
–gritaba él armado con un lanzallamas.
-¡No
puedo! -respondía ella paralizada por el horror -¡No puedo! ¡No puedo! (imagínesela
a lo Chiquito de la calzada).
-¡Maldita
sea, apártate para que pueda quemarlo! -volvía a gritar el del lanzallamas, más
sudado que un cofrade en la Semana Santa Sevillana.
¿Quemarlo? Colega no sabes de la misa ni la
mitad. ¿Cómo vas a chamuscar a alguien que ya está quemado por años demandando
empleo y firmando contratos basura? Evidentemente la palmaron los dos, una por
idiota y el otro por imbécil…
Otro
ejemplo que no deja indiferente al personal “
¡Ojo
al dato! Todos depilados, todos semidesnudos, todos apretujados… menuda estampa
gay. Todos cuadrados como armarios, sin sudar bajo ninguna circunstancia y
dispuestos a matar persas con sus enormes lanzas griegas (¡Huy! Otra
reminiscencia gay) Tontunas engañosas. No se dejen manipular por la falsa oficialidad.
Lo que nadie les ha contado es el auténtico guion original, hallado dentro de
un baúl en la cabaña del tal Tamtan:
-Veamos
¡Tú! El del dedo en la nariz ¿Cuál es tu oficio? –Alfarero señor, sin oler
arcilla desde hace medio año.
-¡Tú!
Sí ¡Tú! El que tira del calzón a lo Rafa Nadal. ¿Cuál es tu oficio? –Carpintero
señor, año y medio sin pasar el cepillo ni la lija.
-Tú,
el de atrás, el del taparrabos de elefante que no para de mover la trompa.
¿Cuál es tu oficio? -¿Yo señor? Pastor señor y llevo casi dos años sin hacer
queso…
-¡¡Espartanos,
vosotros qué sois!! -¡Auuuu Auuuu! -¿Lo ves? He traído más desempleados que tú…
Para
concluir un clásico entre clásicos: “Psicosis”. Un siniestro motel, una no
menos siniestra casa y un hombre más raro que una vaca con tutú. Y resulta que la
protagonista femenina va y toma una habitación. Si es que más cándida no se
puede ser. Yo veo algo así y se me afloja el vientre como odre de vino
descosido. Anda que no, es más, no tendría carretera suficiente para salir por
piernas…
¿Recuerdan
cuando encuentra el cadáver de la señora Bates? Aquí les dejo el guion original. Sólo dos personas en el mundo saben de su existencia y yo soy uno de
los afortunados.
-Esto…
¿hola? No quisiera perturbarla. ¿Señora Bates, se encuentra usted bien?
Anda
que la pregunta ya tiene delito. Obviamente no contesta; una de dos, o lo hace
por no escupirle directamente a la cara o por padecer afonía severa.
Continuando que es gerundio, ¿recuerdan? Ella pone su mano en el hombro de la
anciana, la gira y un desgarrador grito sacude el motel. La infortunada señora
Bates está más seca que la mojama.
Colgado
del cuello un letrero que reza: “Ha ido bien la entrevista de trabajo. Me han
dicho que ya me llamarán así que, para estar más cómoda, me he sentado a
esperar.” Y vaya que si la tipa esperó, esperó y esperó…
Asustada,
la otra golpea la bombilla con el brazo y ese meneo otorga dramatismo extra al
momento en el cual se muestra, entre claroscuros, aquella jeta esquelética que
parece estar pensando con hondo resentimiento: ¿Habrán perdido mi número?
Esto
por no hablar de la secuencia en la ducha. Inolvidable y magistral. ¿La
recuerdan verdad? No se dejen engañar porque las apariencias no siempre son lo
que aparentan ser. La misma tipa especialista en no dar una en la ducha, agotada
tras media jornada de doce horas vendiendo sardinas, arenques y besugos en la
pescadería del pueblo. Repentinamente se abre la puerta y una sombra furtiva
accede al interior. Lenta pero decididamente se acerca a la cortina y…
-¡Eh!
¡Oiga! ¿Quién es usted? ¿Qué hace ahí? ¿Qué lleva en la mano?
Otra
pregunta estúpida. Si tal un termómetro, señora váyase poniendo a cuatro patas
que le voy a tomar la temperatura. El muy imbécil ha sido descubierto, menudo
patán de asesino. Apresuradamente aprovecha la llamada recibida en recepción para
salir del apuro…
-Disculpe
mi osadía, no quisiera importunarla (anda que no). Han dejado un mensaje para
usted. Dice su jefe que no se moleste en abrir la pescadería el lunes. Está
despedida por haberse quedado preñada del charcutero…
-¿Perdón?
-Y fruto del desconcierto comienza un retén de preguntas absurdas que no
precisan ser respondidas: ¿La tierra es plana? ¿Si orino haciendo el pino me saldrá
el pis? ¿Por qué los perros se huelen el culo? ¿A qué huelen las nubes?…
Del
profundo disgusto descorre la cortina como Dios la trajo al mundo. Agarra el
afilado cuchillo del patán y comienza a apuñalarse por todas partes. ¡Antes
muerta que engrosando la lista del paro! Él, aterrado y salpicado de sangre sale
despavorido. Corre al sótano buscando a su santa madre. Sus profundas cuencas
vacías aún siguen esperando la llamada...
-Madre ¡Usted a lo suyo! Se lo he dicho mil veces. Si en lugar de este motelucho de mala muerte hubiera levantado, al lado de padre, una empresa de trabajo temporal. No se hernie, no vaya a ser. Ya yo me desharé de la desempleada muerta en la ducha.
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