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Mostrando entradas de mayo, 2024

La mentira y el mentir

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¿Qué son y de dónde provienen mentiras y mentirosos? Quizás ya existían antes del despertar de la noche de los tiempos. Tal vez como personas no seamos nada que valga la pena salvar; un neto error evolutivo lleno de prejuicios, apariencias, manipulación y mentes retorcidas ¡divina comedia!... Son los que son, estúpidos ellos mientras que somos muchos los que hemos dejado de serlo. Cada persona a su manera es un Pinocho de tergal y atrezo adivinando palabras a través de gestos. Somos surcos, líneas y formas profundas mal horadadas por la gubia de un artesano ciego.             Ingente verborrea susurrada al oído, sin dejar de apretar los dientes. Mascullado y escupido parlamento que deja tras de sí aromas pútridos. De ahí en adelante interactuando con terceros pues de alguna manera se han convertido en fragancias del bosque… Caricias sobre esta piel incolora y mutable. Popurrí ácido de sinsabores por el buen hacer del grandísimo embu...

La molienda del tiempo

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  Allí está el viejo molino ubicado al lado mismo de quién lo añora. Allí está cuan gigante custodio desde mi niñez más temprana. No puedo evitar un fuerte escalofrío punzando mi espalda. En un segundo o en el rápido chasquido de los dedos se me apelotonan tantos recuerdos y tan diferentes que me estremezco. Me tambaleo y me retuerzo como si un gran dolor abriese mis carnes ante aquella visión castigada por las décadas. Pobre molino desvencijado de piedras planas tomadas por hiedras. Bien podrían contar mil y una historias de lo que allí sucedió. A buen seguro más de las que yo mismo podría rememorar.             Mis ojos se alzan como alza vuelo el azor. Diviso la techumbre parcialmente colapsada a modo de fantasma desmembrado que ha dejado al desnudo sus entrañas y secretos. Aires cansinos pertenecientes a eras rancias se funden con estaciones que a pesar de regresar año tras año nunca vuelven de la misma forma. Vigas negras ...

A flor de piel

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Me embarqué en la emoción de tus sentimientos disfrazados de réprobos danzantes. Me embarqué sin chaleco salvavidas y sin pensar más allá ni, téngalo por seguro, más acá. Fueron sendas abruptas dispuestas sobre líneas curvas y afiladas que nunca supieron llevarme al fondo. Sea pues toda eventualidad como rutas sin acomodo y achuchones entre desconocidos. Caminos para caminantes atiborrados de recuerdos persistentes agarrados a la penitencia del martirio. Suspiros al oído y soledad pasajera sin galante mensajera. Teclas blancas y teclas negras desafinadas por un mal uso. ¿Te vas de mí sin dejarme al menos una efímera sonrisa? ¡Sin prisa!             Cánticos seminaristas sin aristas ni coristas empero siempre salmos. Sea ilusión porfiada y enrollada que de tanto serlo los pedazos de mi alma cosen usando agujas sin cabeza. Envenenado dolor a todo color que siempre me pone en un brete. Ayer pasó, hoy es ahora y mañana incerteza que se ...

La doncella doliente

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Por la posición del sol podían ser las cinco de la tarde. Era una calurosa tarde de verano en una época caduca donde la vida del pueblo llano no valía demasiado. La señorita Inés de Valdés estaba formalmente prometida con el Barón de Tierzo. Sus padres veían en el aristócrata una importante fuente de riqueza y poder. Por ello y haciendo caso omiso a los sollozos de la primogénita accedieron a su unión en matrimonio.             Inés pasaba el día cautiva en su aposento hilando finos telares y gruesas amarguras. Odiaba a sus padres tanto como a sí misma; a ellos por entregarla como vulgar mercancía y a ella por no tener la suficiente fuerza para hacerse valer como mujer. En repetidas ocasiones había jurado quitarse la vida antes que desposarse con alguien a quien apenas conocía y menos amaba. Ciertamente era más bravuconada que otra cosa pues sus creencias religiosas no le permitían culminar tal acto.      ...

Ab aeterno

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  Breve introducción al esperpento  Esperpéntica situación dominada desde un primer momento por cierto terror irracional reconocible incluso resistiéndolo al otro lado de las barricadas. Me cuesta añorar el calor del sol pues mi vida entera prosigue hibernando sin mesura desde la última glaciación mental. Ni siquiera supe su nombre, condición o ideales sin embargo de entre todas las refulgentes presencias fue la más sensata tragedia griega. Diez en una restando nueve al quite; espada y lanza empuñadas por el mismo brazo ejecutor.              Para fortuna de propios y extraños no todas las noches poseen regusto agrio ni por esa misma regla copas llenas de tormentosos espumosos. Tampoco sé de nadie que cuente cada gota de lluvia por separado porque ¿para qué? Si se pueden sumar juntas... Eslabón fuerte prendido al costado de miradas lascivas. Yo te miré e inconscientemente no pude reprimir desearte. Diste unión y consi...